Una imagen habitual de la temporada pasada: sack a McCown.
Cuanto tiempo, señores. Volvemos a esta serie de post donde repasamos los aspectos fundamentales de la mala temporada de Lovie Smith y los Bucs esta temporada. En la primera entrega hicimos un buen repaso a lo que fue un inicio demasiado impulsivo. La agencia libre tan pésima encabezada por Josh McCown, Michael Johnson y Anthony Collins o la pobre gestión de la línea ofensiva fue un claro ejemplo de ello. Os recomiendo que le déis un repaso. Hoy, vamos con la segunda gran causa del declive: la inoperancia ofensiva.
Todo empezó un 4 de Enero de 2014 con la confirmación de Jeff Tedford como coordinador ofensivo de los Bucs de Lovie Smith. Tras un año sábatico después de llevar a los Bears a un 10-6 sin playoffs -mira, oye, como los Bucs en 2010 con Raheem y Freeman...- Lovie contrató al ex-head coach de la universidad de California para ser el eje del ataque. Sin experiencia alguna en la NFL, pero con una gran relación con Lovie Smith, Tedford tenía la difícil papeleta de hacer funcionar un ataque ya inoperante: últimos de la liga en yardas y en primeros downs por partido, de los últimos de la liga en puntos, porcentaje de terceros downs completados y en yardas de penalizaciones ofensivas. Y con Mike 'Flamenco' Glennon como salvador de la patria. Todo un chollo de ataque, vamos.
El bueno de Tedford venía de un año en blanco después de entrenar a los Golden Bears tras una década con mucho éxito pese a sus últimas temporadas. Pero su traslado a la NFL, realmente, era una incógnita. Y, sinceramente, Lovie Smith depende muchísimo del éxito de sus coordinadores ofensivos.
Poco a poco, Jeff iría transformando el ataque de los Bucs a su gusto. Charles Sims seleccionado en tercera ronda del Draft imprimir la velocidad que Doug Martin parecía no tener, Seferian-Jenkins seleccionado en segunda ronda del Draft para ser uno de esos Tight Ends que tanto están de moda y, como no, un QB nuevo como Josh McCown que venía de hacer unos pocos partidos enormes con los Bears. Sin olvidarnos de Mike Evans, claro. Joder, y de todo el puto Draft ofensivo que se marcaron. En fin, que los Bucs sabían de qué pie cojeaban y querían ponerle remedio a toda costa.
La planificación estaba ahí. Tenía más o menos sentido, pero era real. Un plan. Un nuevo coordinador ofensivo, una nueva filosofía y unos jugadores que se adapten a ella. Pero lejos de lo que pasó con la insultante agencia libre, lo que pasaría con Jeff Tedford escapa de cualquier plan. Después del tercer partido de la pretemporada, los Bucs anunciaron que Tedford se debía someter a una cirugía del corazón que le mantendría apartado de su trabajo unas semanas. El entrenador de QBs, que trabajó con él en Cal, Marcus Arroyo sería el coordinador ofensivo en funciones, algo que no debería ser un problema serio. Pero lo fue. Y mucho. Tedford no llegó a recuperarse de la operación para ejercer su puesto hasta que el 24 de Septiembre ambas partes decirieron que Tedford debía tomarse una excedencia laboral. Marcus Arroyo, pues, en vez de ser un parche temporal, resultó ser el encargado de llevar el playcalling ofensivo de los Bucs la temporada completa. Un chico de 35 años y sin ni siquiera experiencia. ¿Alguien dijo plan?
El problema de salud de Jeff Tedford fue una variable que tu planificación no contempla. Pero, ¿qué haces en esa situación? Realmente, era muy simple. Los Bucs quisieron tocar lo mínimo para no joderlo del todo. Y no joderlo del todo significaba no conseguir el primer pick del Draft. Todo cuadró cuando, en una entrevista, el bueno de Tedford reconoció que a mitad de temporada ya estaba totalmente recuperado de su operación y que los Bucs prefiriron seguir con la fantástica labor de Arroyo que les llevaba directamente a Jameis Winston. Y habrá gente que aún tenga huevos de cuestionarse el tanking que se marcaron.
La ausencia obligada y luego exigida de Tedford fue uno de los grandes males de la apatía ofensiva. Pero sólo uno de ellos. La línea ofensiva fue el objeto preferido de las críticas de la afición bucanera. Entre Josh McCown y Mike Glennon sumaron 52 sacks en toda la temporada. Una barbaridad sólo comparada a la de Colin Kaepernick, con el mismo número, y Blake Bortles, con tres más. No es de extrañar que nombres como Garret Gilkey, Patrick Omameh, Oneil Cousins y Anthony Collins produzcan urticaria entre los que seguimos este equipo. Ni la incorporación de Logan Mankins, justo antes de comenzar la temporada, elevó el nivel de la línea. Así, sin tiempo para pasar ni sin huecos para correr los Bucs acabaron el número 29 en yardas terrestres por partido (85) y 25 en aéreas (206.1), 30 en el global (292). Os recomiendo que le déis un vistazo a esta tabla de Football Outsiders donde hacen un ranking de las líneas ofensivas de la temporada pasada. ¿La peor en el juego de carrera? Sí, amigos, la de los Bucs. ¿Y la peor en protección de pase? No, pero casi, la 29. No es de extrañar que Jason Licht y Lovie Smith hayan invertido dos segundas rondas en líneas ofensivos que deberían tener un impacto inmediato en el equipo. Además de la mejoría de Kevin Pamphile, un verdadero sleeper por si Demar Dotson se sube a la parra con su contrato.
Lamentablemente, la línea ofensiva es una de las partes cruciales del juego ofensivo en el fútbol americano. Si esta unidad no funciona, dificilmente lo pueda hacer el resto del ataque. Eso es lo que le pasó al ataque terrestre. Con Charles Sims lesionado desde la pretemporada y que estaba llamado a ser un intento de C.J. Spiller, nos la jugamos con un backfield nada desdeñable como es el formado por Doug Martin, Bobby Rainey y Mike James. Hace un tiempo analicé en este blog el estado de Doug Martin en el equipo y su paupérrima contribución desde su temporada rookie. Lesiones, línea ofensiva... sí, lo que queráis, pero la confianza es fundamental. Este año fue el máximo corredor con 494 yardas y un promedio de 3.7. El siguiente es Bobby Rainey con 406 yardas y un promedio de 4.3 pero la seguridad del balón es su gran handicap. Lamentablemente, fue algo que pesó mucho en la segunda parte de la temporada y tras un buen inicio no lo volvimos a ver desde la recuperación de Charles Sims. Hablando de Sims, la gran esperanza negra, 185 yardas y promedio de 2.8. Pero agárrense los bemoles. Entre estos tres tíos suman 1085 yardas terrestres y cuatro touchdowns. Pero es que sólo McCown, nuestro amigo, suma ya tres touchdowns. Y no fueron QB Sneak.
Ya hemos dicho antes que la línea ofensiva fue lamentable en el apartado del juego terrestre. La peor de la liga, de hecho. Sin poder establecer el juego de carrera de forma habitual, solamente pudimos ver a los corredores de los Bucs superar en dos partidos las 100 yardas terrestres. SÓLO DOS. En la segunda jornada, cuando los Rams se impusieron tras un final bizarro con Mike Evans lesionado en la última jugada -qué cojones fue aquello...- y en la última jornada contra Saints cuando vimos a Doug Martin correr para 108 yardas. Así, es verdaderamente complicado ganar partidos.
Por suerte, los receptores sí dieron la talla. El inicio de Marcus Arroyo fue lamentable. Tras el Draft, todos los analistas destacaban la gran altura y velocidad del tándem Mike Evans-Vincent Jackson. Era una de las virtudes que se debían explotar y que no se hizo hasta la primera victoria en Pittsburgh. Desde aquel entonces, Mike Evans sumó el gran número de 12 touchdowns y 1051 yardas y Vincent Jackson con 2 touchdowns y 1002 yardas. ¿Y que hay detrás de estos dos monstruos? Nada y menos. Algunos big plays de Louis Murphy demasiado esporádicos y la contribución de Bobby Rainey con algo más de 300 yardas. Los tight ends fueron muy irregulares en el juego aéreo.
Con suerte, Dirk Koetter, el nuevo coordinador ofensivo, sabrá como explotar con efectividad el juego de Seferian-Jenkins, Brandon Myers y, ojo, Tim Wright -por cierto, quedar últimos en la liga no sólo sirve para llevarte el número uno en el Draft, sino para contratar grandes jugadores cortados. Ojo con Tim Wright, de verdad.- Los Bucs siguen intentando resucitar su ataque, pero creo que van por buen camino.
Por último, llegamos a los QBs. Josh McCown, Mike Glennon. Mike Glennon, Josh McCown. Qué decir. Dios. Qué decir. Diez partidos para Josh McCown, seis para Mike Glennon. ¿Qué podíamos esperar de este dúo? Bueno, en la temporada pasada ninguno de los dos dio mala imagen. El primero, como ya hemos dicho mil veces, venía de sustituit a Jay Cutler con mucho éxito y parecía que era el resurgir de un veterano. ¿Y qué se espera de un veterano? Pues, como mínimo, no cometer errores de novato. Cómo mínimo. Pero McCown no pudo hacer ni eso. Sinceramente creo que quiso hacer demasiado en los primeros partidos y, la verdad, es un jugador bastante limitado. Querer hacer de más cuando no estás capacitado para ellos comporta cagarla. Y de ahí esas intercepciones a lo Brett Favre y ese último safety a lo Orlovsky. Cuando tu función es no cometer errores y lo único que haces es cometerlos, no tendrás un buen futuro en el equipo aunque llores en rueda de prensa. Ahora, por cierto, es titular con los Browns.
También vimos a Mike Glennon gracias a una lesión de McCown en ese partido nefasto en el Georgia Dome. En la offseason se especuló con su traspaso pero finalmente la ejecutiva decidió quedárselo. Y menos mal. En el primer partido hizo ganar el primer partido a los Bucs en Pittsburgh pero lamentablemente su juego fue decayendo hasta ser sustituido por McCown. Flamenco, como siempre, de segundón y utilizado para sacar las castañas del fuego al personal.
Y así ha sido, en grandes líneas, el ataque de los Bucs. Sin coordinador ofensivo todo el año, sin unos QBs efectivos, sin línea de ataque y sin juego de carrera. Por último, os dejo estas estadísticas de los drives ofensivos, para que ya os quede un poquito más claro que fuímos una basura:
Para que un equipo acabe siendo el peor de la liga tiene que hacer y querer hacer muchas cosas mal. Además de no tener esa pizca de suerte que te hace ganar los partidos más ajustados. Y en el ataque se juntó todo. Absolutamente todo.
Lamentablemente, la línea ofensiva es una de las partes cruciales del juego ofensivo en el fútbol americano. Si esta unidad no funciona, dificilmente lo pueda hacer el resto del ataque. Eso es lo que le pasó al ataque terrestre. Con Charles Sims lesionado desde la pretemporada y que estaba llamado a ser un intento de C.J. Spiller, nos la jugamos con un backfield nada desdeñable como es el formado por Doug Martin, Bobby Rainey y Mike James. Hace un tiempo analicé en este blog el estado de Doug Martin en el equipo y su paupérrima contribución desde su temporada rookie. Lesiones, línea ofensiva... sí, lo que queráis, pero la confianza es fundamental. Este año fue el máximo corredor con 494 yardas y un promedio de 3.7. El siguiente es Bobby Rainey con 406 yardas y un promedio de 4.3 pero la seguridad del balón es su gran handicap. Lamentablemente, fue algo que pesó mucho en la segunda parte de la temporada y tras un buen inicio no lo volvimos a ver desde la recuperación de Charles Sims. Hablando de Sims, la gran esperanza negra, 185 yardas y promedio de 2.8. Pero agárrense los bemoles. Entre estos tres tíos suman 1085 yardas terrestres y cuatro touchdowns. Pero es que sólo McCown, nuestro amigo, suma ya tres touchdowns. Y no fueron QB Sneak.
Ya hemos dicho antes que la línea ofensiva fue lamentable en el apartado del juego terrestre. La peor de la liga, de hecho. Sin poder establecer el juego de carrera de forma habitual, solamente pudimos ver a los corredores de los Bucs superar en dos partidos las 100 yardas terrestres. SÓLO DOS. En la segunda jornada, cuando los Rams se impusieron tras un final bizarro con Mike Evans lesionado en la última jugada -qué cojones fue aquello...- y en la última jornada contra Saints cuando vimos a Doug Martin correr para 108 yardas. Así, es verdaderamente complicado ganar partidos.
Unos highlights de Mike Evans nunca están de más.
Por suerte, los receptores sí dieron la talla. El inicio de Marcus Arroyo fue lamentable. Tras el Draft, todos los analistas destacaban la gran altura y velocidad del tándem Mike Evans-Vincent Jackson. Era una de las virtudes que se debían explotar y que no se hizo hasta la primera victoria en Pittsburgh. Desde aquel entonces, Mike Evans sumó el gran número de 12 touchdowns y 1051 yardas y Vincent Jackson con 2 touchdowns y 1002 yardas. ¿Y que hay detrás de estos dos monstruos? Nada y menos. Algunos big plays de Louis Murphy demasiado esporádicos y la contribución de Bobby Rainey con algo más de 300 yardas. Los tight ends fueron muy irregulares en el juego aéreo.
Con suerte, Dirk Koetter, el nuevo coordinador ofensivo, sabrá como explotar con efectividad el juego de Seferian-Jenkins, Brandon Myers y, ojo, Tim Wright -por cierto, quedar últimos en la liga no sólo sirve para llevarte el número uno en el Draft, sino para contratar grandes jugadores cortados. Ojo con Tim Wright, de verdad.- Los Bucs siguen intentando resucitar su ataque, pero creo que van por buen camino.
Josh McCown llorando tras perder ante Falcons.
Por último, llegamos a los QBs. Josh McCown, Mike Glennon. Mike Glennon, Josh McCown. Qué decir. Dios. Qué decir. Diez partidos para Josh McCown, seis para Mike Glennon. ¿Qué podíamos esperar de este dúo? Bueno, en la temporada pasada ninguno de los dos dio mala imagen. El primero, como ya hemos dicho mil veces, venía de sustituit a Jay Cutler con mucho éxito y parecía que era el resurgir de un veterano. ¿Y qué se espera de un veterano? Pues, como mínimo, no cometer errores de novato. Cómo mínimo. Pero McCown no pudo hacer ni eso. Sinceramente creo que quiso hacer demasiado en los primeros partidos y, la verdad, es un jugador bastante limitado. Querer hacer de más cuando no estás capacitado para ellos comporta cagarla. Y de ahí esas intercepciones a lo Brett Favre y ese último safety a lo Orlovsky. Cuando tu función es no cometer errores y lo único que haces es cometerlos, no tendrás un buen futuro en el equipo aunque llores en rueda de prensa. Ahora, por cierto, es titular con los Browns.
También vimos a Mike Glennon gracias a una lesión de McCown en ese partido nefasto en el Georgia Dome. En la offseason se especuló con su traspaso pero finalmente la ejecutiva decidió quedárselo. Y menos mal. En el primer partido hizo ganar el primer partido a los Bucs en Pittsburgh pero lamentablemente su juego fue decayendo hasta ser sustituido por McCown. Flamenco, como siempre, de segundón y utilizado para sacar las castañas del fuego al personal.
Y así ha sido, en grandes líneas, el ataque de los Bucs. Sin coordinador ofensivo todo el año, sin unos QBs efectivos, sin línea de ataque y sin juego de carrera. Por último, os dejo estas estadísticas de los drives ofensivos, para que ya os quede un poquito más claro que fuímos una basura:
- Promedio de 25 yardas por drive. (30 de la NFL)
- Un 11% de los drives acabaron en intercepción. (32 de la NFL)
- Una media de 5.34 jugadas por drive. (29 de la NFL)
- Un 26% de los drives acabaron con 3º y fuera. (27 de la NFL)
- Un 17% de los drives acabaron en turnover. (31 de la NFL)
Para que un equipo acabe siendo el peor de la liga tiene que hacer y querer hacer muchas cosas mal. Además de no tener esa pizca de suerte que te hace ganar los partidos más ajustados. Y en el ataque se juntó todo. Absolutamente todo.